28 abr 2011

Sólo para los chicos fuertes

Pared azul. Reloj flip en el techo. 12.45.  Rayos de sol atraviesan las rendijas de la persiana. Alarma sonando. Un tema mítico de Empire of the Sun. 



Incorpórate.



Difícilmente se respira. Boca pastosa. Apagar la música. Mareo. Nausea. Se estaba mejor con música. Se estaba mejor en el vientre. Pis. Espejo. Mañana de resaca. 

No recordaba nada, ni siquiera cómo había llegado a casa, ¿ mi casa? -ver otra vez la pastilla de jabón de heno y pisar la misma alfombra- Mi casa. 
Recuerdo otra casa, un pasillo larguísimo en el que se podía jugar al minigolf, correr de la cocina al salón e intentar llegar al marco alto de la puerta del cuarto de ocio. Pero ésta era otra casa, la casa de mi adolescencia, de mis llegadas sicodélicas cual borracho irlandés en  la etapa dorada del Lsd. Casa en la que también vivía mi familia.

Evitar espejo y andar. Nadie en casa. ¿Domingo de rabas?. No, ya fue domingo. Calendario y martes. Un martes de resaca y amnesia. 12.55. ¿Solo en casa? Desayuno completo, por favor. 
Marchando zumo, café, tostada, y canuto. El desayuno de los chicos fuertes.
O el de los blandos, sin aspiraciones, sin diagrama de vida en el futuro próximo, con ninguna visión, sin objetivo inteligente, un desayuno para acabados, para empezar el día por debajo del resto del planeta y con ánimos descansados, para no llegar más lejos que el día anterior pero pudiendo llegar a matarse un poco más. Un desayuno a la 1 del mediodía.

13.15. Serie y thc. Buena mañana? solo para los chicos fuertes.