Ya está. Todo acabó como empezó.
Es un preludio, una bombilla siendo encendida, un algo por el que todo llega a su fin, una constante que te hace ver que todo por lo que te permites vivir y a ti te permite ser feliz, puede llegar a su fín, puede morir, puede acabar.
Con un vistazo melancólico y casi mágico, despedí uno de los factores que durante los últimos años ha vivido conmigo, no es un concepto que lo crea firmemente, valga la redundancia, pero me he sentido tan unido a este factor que sí, sí puedo pensar que ha marcado una pequeña etapa de mi vida.
Tengo un escéptico compañero que siempre creyó que todo se quedaría en el mismo lugar donde empezó, en la ficción. Partiendo de que todo es real, pierde, para mí, el sentido psicológico que me puede aportar o me pudo aportar en algún momento.
Pero sabiendo que todo es ficción, tengo la certeza de lo que supuso y supondrá para mi.
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Un día me senté en mi sillón, y descubrí la mejor ficción de mi vida.