1 dic 2009

Como en el lejano oeste

Los días enteros de pie paso, no me canso;
y sin tiempo, mis libros  se van con el viento

Que carácter tiene la vida, cuando se da la oportunidad, alinea unos cuantos planetas, y todas las sendas imposibilidades parecen volverse factibles

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Era mediodía y aún Domingo manejaba su carro con la misma soltura que el primer día. 

Su padre cubano, y su madre mexicana le habían brindado las dos grandes oportunidades a las que podía aspirar un joven con mezcla de sangres como él en el estado de Nuevo Mexico.
Él eligió ser matador porque sabía que el duro negocio del narcotráfico acabaría con su vida de la misma manera que acabó con las de los suyos. La tauromáquia aún no se reconocía como deporte, por lo que lo suyo era más... real.

Se encontraba en la ruta 72, donde al finalizar la mañana el carro de su compañero aparecería serrante por el lejano horizonte en dirección opuesta a la suya. Tras un rato esperando, el carro fue haciéndose más grande desde la perspectiva de Domingo, así que reanudó la marcha y no se detuvo hasta que estuvo a unos diez metros de él:

-Hey man, are you 'Big el flaco'? -preguntó Domingo.
-Yes I am dude, what you need?

Domingo se dió la vuelta, levantó la manta de la parte trasera del carro, y voviéndose, cargó su recortada de 12,5mm.
...
El caballo de Big el flaco comenzó a galopar al ritmo que la sangre de su amo corria por su sien; y Domingo, continuó su paseo con el trabajo terminado.

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